Luciérnaga, augurio del ocaso
Soy el tiempo que emerge
Soy Menelao pero sin Helena
No tengo tribu, ni conceptos
Soy humo etéreo
Veneno del pasado
De dóciles lunas
Sin código, ni rojo sortilegio
Me arrastro al ras de tu mirada
Cayendo brevemente, comisura y labios
Dilato mis ayeres
Guerreros, empresa del camino
Ausente de fervor rasgo las cortinas
Mientras dos ojos color sol
Atraviesan los cristales
y el alma pretérita y consumada
Traslucida
En cenizas se derrumba
Sin rústicos ademanes de conciencia
Simplemente
El más puro y absoluto enigma
De un segundo en tu cama.